1. Génesis
En noviembre de
2003 Manuel Chaves, Presidente de la Junta de Andalucía, en una reunión
celebrada en el Alcázar de Córdoba con la Comisión Especial para la Capitalidad
Cultural, se comprometió a construir en Córdoba un Centro de arte.
Un mes más tarde
la Consejera de Cultura, Carmen Calvo, tuvo un encuentro con la Alcaldesa de
Córdoba, Rosa Aguilar, en el que solicitó al Ayuntamiento la cesión de los
terrenos para la construcción del denominado entonces Centro del Arte y de la Imagen de Córdoba (Caico). Tras la reunión Calvo anunció que este Centro sería
construido entre los años 2005 y 2007.
Conviene recordar
que en las elecciones municipales celebradas en mayo de ese mismo año, IU
incluyó en su programa como proyecto estrella convertir el Silo en "contenedor
cultural". El PSOE, por su parte, había prometido la construcción de un
Centro de Arte. Al compartir ambos partidos la gestión municipal, los dos
proyectos, con diferencias notables, se mantenían en la perspectiva política.
2. Una Comisión y dos solares
En febrero de 2004
la Consejería de Cultura creó una "Comisión de Expertos", en la que
figuraron dos arquitectos, tres artistas, un crítico de arte y representantes
de la propia Consejería, a los que se unieron dos personas más: un gestor cultural
y un arquitecto sevillano. La tarea de esta Comisión: determinar cuál de los dos
solares ofertados por el Ayuntamiento de Córdoba era el más idóneo para la
ubicación del Centro de arte. La prensa local publicó que esa Comisión
avanzaría igualmente el programa de usos que tendría el Caico, pero la realidad es que, aunque en las reuniones se
debatió sobre los posibles contenidos e incluso uno de los participantes
elaboró un conjunto de reflexiones, este informe no se distribuyó al resto de
integrantes y la Consejería se limitó a que la Comisión emitiera su opinión
exclusivamente sobre la ubicación del Centro.
Los dos solares
inicialmente ofertados se localizaban uno en el entorno de Cercadilla y el otro
en el Plan Renfe 1, próximo al chimeneón.
Este último, con una superficie de 5.658 metros cuadrados, era por el que
claramente se decantaba la entonces directora general de Instituciones del
Patrimonio Histórico, María del Mar Villafranca, que presidía la Comisión, alegando
en contra del de Cercadilla la posibilidad de hallazgos arqueológicos. La
Comisión expresó sus reservas ante ambos solares, achacándoles su falta de
visibilidad urbana y los problemas de accesibilidad.
La falta de
concreción sobre el Centro por parte de la Junta de Andalucía era más que evidente
como se puso de manifiesto en unas declaraciones a la prensa en las que la directora general de
Instituciones del Patrimonio Histórico sostenía que el futuro Centro tenía que
ser "un lugar de agitación cultural”, que “no sólo servirá para traer
exposiciones nacionales e internacionales de relevancia, sino también para
proyectar esas referencias y para generar la creación”.
Ante el avance del
Caico, Manuel Pérez, responsable
municipal del Proyecto Córdoba 2016, descartaba en marzo de de 2004 que la
ciudad precisara de tres equipamientos culturales convergentes. El descarte
tenía visos de sensatez pero en el fondo lo que encubría era el desligamiento
del Ayuntamiento (IU y PSOE) de sus promesas electorales, pasando la
responsabilidad a la Junta de Andalucía.
3. Hace falta que algo cambie para que todo siga igual
En mayo de 2004 y
desde el grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Córdoba se planteó la
propuesta de ubicar el Caico en la
zona del Hotel Meliá. El emplazamiento
contaba con la centralidad y relevancia urbana necesarias pero el
problema lo planteaba la propiedad privada de parte del suelo ocupado por el
antiguo hotel, lo que hubiera llevado a una operación de reversión pública con
la considerable demora de tiempo y el añadido del gasto económico. Esta
propuesta coincidió con un relevo en la dirección de la Consejería de Cultura
de la Junta de Andalucía. Carmen Calvo, Ministra de Cultura en el gobierno de
Rodríguez Zapatero, fue sustituida por Rosario Torres. El cambio de consejera
supuso a su vez el nombramiento de Mercedes Mudarra como Delegada provincial de
la Consejería. Seguía gobernando el mismo partido político, pero los gestores
eran otros.
Tras cinco meses
sin actividad, la Comisión de expertos fue convocada para su tercera reunión en
noviembre de 2004. Sin propuestas concretas de nuevos suelos por parte del
Ayuntamiento, la Comisión analizó el encaje del Centro en diferentes zonas
urbanas, decantándose finalmente por el entorno de la ribera y más
concretamente por la parcela del Parque de Miraflores prevista inicialmente
para la construcción del Palacio de Congresos. La elección de ese solar se
basaba, al margen de su proximidad con la zona
histórico-artístico de la ciudad, en un sugerente y complementario
diálogo cultural a establecer con el futuro Museo de Bellas Artes (detrás de la
Torre de la Calahorra) y el Palacio de Congresos de Rem Koolhas.
Resuelto el
problema de la ubicación, quedaba por resolver el qué y el para qué de ese
edificio, esto es, la naturaleza misma de un proyecto. Nadie sabía a qué
atenerse. No había un plan de usos y funciones. Sólo vagas e imprecisas
declaraciones a la prensa, como aquellas en las que la Delegada de la
Consejería de Cultura, Mercedes Mudarra, aseguraba que el Centro sería “un
equipamiento de grandes dimensiones, puesto que tiene que tener entre 7.000 y
8.000 metros contruídos”, aunque avanzando que “no se van a repetir modelos del
ámbito español y el Centro de Arte Contemporáneo de Córdoba será específico en
materia audiovisual. Será un Centro que resuelva muchas carencias que tiene
Andalucía en este sentido”. El Caico
se había convertido en el Cacc.
4. Barco (más o menos) a la vista
A finales de marzo
de 2005 la Consejería de Cultura organizó en Córdoba el “Foro internacional de
reflexión y debate. Un espacio para el nuevo arte” en el que invitó a
participar a gestores y responsables de diversos centros culturales de
Karlsruhe, Rotterdam y Ámsterdam y a varios artistas vinculados a la video creación,
soporte sobre el que basculaba la actividad de los centros culturales
invitados. Los ponentes desarrollaban sus conferencias con carácter público por
la mañana en la sede de la Filmoteca de Andalucía y por las tardes celebraban
mesas de trabajo en la Delegación de Cultura. En estas reuniones de tardes la
asistencia se reservaba a los responsables de la propia Consejería y sólo dos
de los miembros de la Comisión de expertos fueron invitados a asistir.
Los ponentes de
este foro insistieron en la necesidad de que la actividad del Centro se
concretara exclusivamente en el arte en la red, en el arte vinculado a las
nuevas tecnologías. El Director general de Museos, Pablo Suárez, aseguró que
esa misión pasaría a ser irrenunciable. El tema provocó un intenso debate entre
numerosos artistas cordobeses, que apenas tuvo trascendencia pública.
Al fin sabíamos
algo sobre los objetivos y finalidad del ahora denominado Centro de Creación
Contemporánea de Córdoba (C4). Se aventuraba su contenido específico y contaba con
ubicación definitiva, pues la parcela de Miraflores había sido solicitada
formalmente al Ayuntamiento y éste era receptivo a su entrega.
Era el momento,
por tanto, de proceder al nombramiento de un director o una directora para el
C4, que terminara de ajustar sus fines concretos, redactara el plan de usos y realizara
el seguimiento de todos los procesos que implicaba la redacción del proyecto del
edificio y su construcción y puesta a punto. Era lo más razonable: poner al
frente del proyecto a un profesional experimentado y solvente, como se hizo con
el Museo Picasso de Málaga.
5. Y aquí está
Pero no. En
septiembre de 2005 la Consejería de Cultura eligió cinco estudios de
arquitectura a los que se invitó a participar en un concurso restringido para
la redacción del proyecto del C4. A estos equipos se les exigió contar con
experiencia profesional en la construcción de edificios museísticos, una condición que producía extrañeza
teniendo en cuenta que, al parecer, lo único que estaba claro era que el C4 no
iba a ser un museo.
Los invitados
fueron el equipo formado por los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano
(ganadores del concurso de Medina Az-hara), Coop Himmelblan, Zaha Hadid,
Dominique Perraut y el equipo formado por los arquitectos sevillanos Antonio
Cruz y Antonio Ortiz.
La parcela de
Miraflores destinada al C4 disponía de 10.000 metros cuadrados, superficie que
el proyecto ganador determinaría en que porcentaje usar. El Director general de
Museos, Pablo Suárez, haciendo alarde de la generosidad habitual con la que los
políticos españoles usan los recursos públicos, declaró que “el dinero no será
una limitación”.
En marzo de 2007
se presentó el proyecto ganador que, como barruntaban algunos de los
participantes en el concurso, correspondió al equipo Nieto-Sobejano. A partir
de ese momento la Junta de Andalucía comenzó un largo periplo de agipprop,
exhibiendo el proyecto (aún antes de comenzar las obras) en diversos foros
(como la feria de arte madrileña ARCO) y numerosas revistas de arquitectura.
Las obras
comenzaron el 9 de septiembre de 2008 con la colocación de la primera piedra
por parte de la consejera de cultura, Rosa Torres. La construcción fue otorgada
a la empresa constructora FCC Construcción, SA. El plazo previsto para la
conclusión de las obras era de 37 meses, con un presupuesto de 19,5 millones de
euros. Finalmente, las obras concluyeron a finales de 2013, previéndose su
apertura para el año 2015. Los costes finales ascendieron a 30 millones de
euros, financiados mediante fondos Feder.
Una
vez concluida su construcción, la apertura se retrasó debido a desacuerdos
entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía sobre quien debía urbanizar los
accesos al recinto. Finalmente, el gobierno municipal cedió los terrenos circundantes
a la Junta, encargándose ésta de construir los accesos.
El
edificio dispone de 12.287 metros cuadrados distribuidos en cuatro plantas,
incluyendo el sótano y la cubierta, y con una fachada mediática orientada hacia
el río que a través de sistemas de iluminación y vídeo podrá proyectar imágenes.
La
planta baja repite un modelo de sala hexagonal resuelta mediante tres tipos
diferentes de espacios de 150, 90 y 60 metros cuadrados cada uno de ellos,
comprimidos mediante paredes de hormigón armado. Cuenta con varias puertas de
acceso, vestíbulo, área de control, taquillas, además del salón de actos conocido
como la caja negra, que -en teoría- debería servir para actuaciones, performances
y eventos multimedia. Los talleres de artistas se sitúan en la planta baja y
los laboratorios en la planta superior, donde también se ubicaría la dirección,
administración, laboratorios y diversos espacios complementarios. Estos espacios
están en contigüidad con las salas expositivas, de manera que se eliminan las
jerarquías espaciales: el taller puede servir como espacio expositivo y viceversa.
6. Empezar por el tejado
El proyecto empezó
por el tejado. Ya había edificio. Pero nadie sabía qué era eso ni para qué serviría. Tampoco se sabía cuánto costaría equipar
y dotar de personal, mantener y poner en funcionamiento un Centro que en la
práctica no existía. Para colmo, un nuevo nombre saltó a los medios de comunicación: Espacio Andaluz de Creación
Contemporánea.
En
enero 2013, el entonces presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio
Griñán, anunciaba que el gobierno andaluz convertiría el Centro en “el gran taller
de la innovación cultural de Andalucía”. Griñán declaró asimismo que “en breve”
se sacaría a concurso la dirección y gestión de este enorme complejo construido
en la península de Miraflores. No hubo tal. Un año después, un nuevo Consejero
de Cultura, Luciano Alonso, declaraba que el C4 estaría operativo “a finales de este año” y que sería un centro
de producción, investigación e exhibición de las propuestas más actuales de la
creación artística contemporánea.
A
estas alturas, estaba claro que la Junta de Andalucía no tenía discurso, es decir,
no sabía qué hacer con este amplísimo edificio. Una carencia que diversos
colectivos y asociaciones relacionadas con las artes plásticas y la imagen en Andalucía
denunciaron desde que se planteó el proyecto.
Pero
estas organizaciones no se quedaron en la mera denuncia. Propusieron retomar el proceso desde el principio,
estableciendo las bases de un espacio para la creación contemporánea en
Andalucía transparente y participativo, y que tuviera en cuenta la opinión del
sector. Reclamaron asimismo que se aplicara el documento de Buenas Prácticas en
museos y centros de arte elaborado en 2007 por el Ministerio de Cultura, con el
respaldo de todo el sector.
7. Comité de expertos y participación
Doce años después
de que Manuel Chaves anunciara la puesta en marcha del proyecto, en cuya
gestión han intervenido tres consejeras y dos consejeros de Cultura, en
noviembre de 2015 el Centro continua sin dirección, carece de programa de usos
y funciones, y permanece cerrado.
La nueva Consejera de Cultura, Rosa
Aguilar, ha asegurado que su Consejería destinará 750.000 euros al Centro para
garantizar su apertura en 2016,
"una vez que concluya el trabajo que estamos desarrollando con diferentes
colectivos para la definición de los objetivos y líneas principales del
proyecto”. Y cuando se le recuerda que el Centro no tiene
asignada partida en el borrador de los presupuestos
de la Junta de Andalucía para 2016, Aguilar se muestra categórica: “el C4
tendrá tanto presupuesto como necesite”. Y lo que necesite -añadió- vendrá determinado
por lo que señale el comité de expertos que ha reunido la Junta de Andalucía
para decidir cómo tiene que ser el modelo de gestión y explotación del C4, el Espacio Andaluz de Creación
Contemporánea.
Participación y Comité de expertos. Estos
son, para Rosa Aguilar, las condiciones básicas para resolver el problema.
Queda por saber cómo y en qué medida se combinan esos factores, quiénes son los
invitados a participar y qué representatividad les asiste, con qué criterios se
ha elegido a los expertos, quiénes son tales expertos... Y que sea para bien,
claro.
***
Un pueblo inteligente
[Sócrates.-]
"A mi modo de ver, los atenienses son, y también los demás griegos lo
creen así, un pueblo inteligente. Ahora bien: cuando la Asamblea se reúne, veo
que, si se trata de construcciones que hay que emprender, se llama a consulta a
los arquitectos; si se trata de navíos, a los armadores, y así en todas las
demás cosas que se considera que se pueden enseñar y aprender; y si cualquier
otra persona que no esté considerada como técnica en la materia se mezcla en
ello para dar su opinión, por muy rico, bello o noble que uno pueda ser, no por
ello se le hace más caso, antes al contrario, es objeto de burlas y abucheos
hasta que, al fin, nuestro consejero o bien se marcha por su propio pie o es
arrancado de la tribuna y echado por los arqueros, a una orden de los prítanos.
Esta es la forma en que la gente se conduce cuando la materia en discusión les
parece exige un aprendizaje. Si, en cambio, se trata de los intereses generales
de la ciudad, vemos que se levantan indistintamente para tomar la palabra
arquitectos, herreros, curtidores, comerciantes y marinos, ricos y pobres, nobles
y gentes del vulgo, y nadie les echa en cara, como en el caso anterior, que se
presentan allí sin estudios previos, sin nunca haber tenido maestros, a dar
algún consejo..."
Platón: Protágoras o el sofista
***
Transparencia, participación, competencia y responsabilidad
Paul Klee |
La larga,
errática y costosa singladura del mayoritariamente conocido como C4 ha
convertido al que, según José Antonio Griñán, iba a ser “el gran taller de la
innovación cultural de Andalucía” en un ejemplo de cómo no deben hacerse las
cosas.
Desde las sucesivos
cambios de denominación, que revelan la falta de directrices y la carencia de
un plan específico, hasta la triste imagen de soledad y abandono que transmite
ese enorme edificio vacío y cerrado, el desarrollo del proyecto que puso en
marcha Manuel Chaves en 2003, lejos de emular las buenas prácticas, es un
cúmulo de errores y despropósitos, que no deja en buen lugar la competencia
profesional de sus técnicos, el sentido de la responsabilidad política de sus
gestores y la obligada cooperación de las instituciones.
Han pasado
doce años, se han gastado más de treinta millones y la Junta de Andalucía no ha
presentado una sola propuesta solvente sobre el proyecto ni sabe qué hacer con
el edificio que idearon los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano sin
el necesario plan de usos y funciones que debería haberle proporcionado quien
les encargó el proyecto: la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
Lamentablemente,
el del C4 no es un caso aislado. La falta de rigor en la elaboración de los
proyectos y programas, el sistemático incremento del coste inicial de los
equipamientos públicos, el afán monumental, que encarece considerablemente las
inversiones, los injustificables retrasos en su ejecución, las notables carencias
en los procesos de participación ciudadana, la ausencia de mecanismos de
contraste y evaluación de los proyectos, la negligente impunidad con que se
conducen no pocos responsables políticos..., aisladamente o en conjunto son
motivos más que suficientes para cambiar en las Administraciones Públicas un
sistema de gestión rutinario, ineficiente y costoso.
Peter Doig |
Hay que
impulsar y favorecer un cambio en la manera de administrar los recursos y el
dinero público. Un cambio que, en nuestra opinión, ha de cumplir las siguientes
condiciones:
- Transparencia: las Administraciones Públicas garantizarán que los ciudadanos y ciudadanas puedan acceder a toda la información relacionada con proyectos y programas. Desde los responsables políticos hasta las personas que participan en la gestación, elabo-ración y desarrollo del proceso, pasando por el correspondiente presupuesto y los cambios que en su caso se produjeran.
- Participación: las Administraciones Públicas establecerán los mecanismos y las condiciones necesarias para garantizar la participación los ciudadanos y ciudadanas en la selección, definición, seguimiento y evaluación de los proyectos y programas.
- Competencia: las Administraciones Públicas establecerán los mecanismos y las condiciones necesarias para garantizar la competencia técnica y profesional de las personas que participen en la elaboración y realización de los proyectos y programas.
- Responsabilidad: las Administraciones Públicas establecerán los mecanismos y las condiciones necesarias para garantizar que todas las personas que intervienen en la realización de los proyectos y programas cumplan sus obligaciones y respondan en su caso de sus acciones.
Las
Administraciones Públicas establecerán asimismo los mecanismos y las
condiciones necesarias para garantizar los principios de igualdad y solidaridad,
el marco de derechos y obligaciones de la ciudadanía, así como
la educación no formal, la investigación y la creatividad. Encartes21.
No hay comentarios:
Publicar un comentario