jueves, 25 de junio de 2015

Temas para debate / La Investigación molecular y la Sanidad Pública


La parcelación de los seres vivos, para su estudio, ha permitido esclarecer de qué estamos hechos y ha situado a los genes (ADN) en la base de la vida. El conocimiento generado con este modelo de estudio ha permitido, además, el desarrollo de productos y técnicas, consideradas útiles para la salud humana y animal y para la mejora de las distintas producciones animales y vegetales. El conocimiento es un bien colectivo, y por tanto no es apropiable por los poseedores del capital, sin embargo los usos de ese conocimiento si pueden serlo. En nuestro caso los medicamentos y técnicas generados por este modelo, se adaptan muy bien al proceso de privatización mediante patentes. Los descubridores y/o propietarios obtienen así jugosos beneficios económicos, lo que permite retroalimentar al modelo de estudio que lo favorece, convirtiéndolo en el único realmente existente en nuestra sociedad.

Salvador Dalí
El modelo de investigación y la protección del uso del conocimiento generado mediante patentes, han dado lugar a lo que podemos llamar complejo genético-industrial, que contiene a las grandes farmacéuticas, con un poder solo comparable al complejo militar-industrial. Este modelo de investigación molecular reduccionista y su paradigma, el determinismo genético, esconde cuidadosamente que no es eficaz para dar soluciones a problemas biológicos complejos, como son las enfermedades animales y humanas, y así los ingentes fondos públicos que nuestra sociedad gasta con la promesa de vencer a las enfer-medades, están lejos de conseguir los resultados prometidos.

Su fracaso se debe a que la inmensa mayoría de nuestras enfermedades o anomalías, no son consecuencia de un simple error en el genoma del individuo. Nuestro modelo de investigación prefiere olvidar que una persona se compone de moléculas, células, tejidos y órganos que necesariamente deben moverse en un ambiente y en una sociedad concreta. El tratamiento de esas anomalías básicamente desde la perspectiva molecular es un enorme error, como día tras día se puede observar en la lucha contra el cáncer y las enfermedades cardiovasculares (las principales causas de muerte en las sociedades ricas). Los avances más notables en estas enfermedades son consecuencia de nuevas medidas quirúrgicas, relacionadas con las mejora de las tecnologías y de los conocimientos en fisiología y anatomía, y no con los avances aportados por la investigación molecular.

Investigación y modelo económico
¿Cuántos miles de millones de euros más serán necesarios para lograr un retroceso en la incidencia del cáncer y de las enfermedades cardiovasculares en nuestra sociedad? De acuerdo con la OMS (Organización Mundial de la Salud) para 2030 habrá un incremento en la incidencia del cáncer del 55%. ¿Son necesarios otros cincuenta años de estudios moleculares, antes de cambiar esta tendencia?


Las enfermedades de origen infeccioso, aunque diferentes en su origen, son un buen ejemplo para comprobar la influencia que tiene el medio ambiente, sobre el valor curativo del modelo de investigación molecular. Para ello debemos admitir que los espectaculares avances en el conocimiento, tratamiento y curación de las enfermedades infecto contagiosas han coincidido con cambios simples en la higiene de las poblaciones (alcantarillado, cloración del agua, asepsia, régimen alimenticio…), pero solo en el primer mundo. En las zonas económicamente desfavorecidas por el capitalismo (la mayoría del planeta), los avances en la detección y tratamiento basados en el modelo molecular de poco sirven. Lo que vendría a demostrar que las herramientas generadas por las mejoras sociales y el desarrollo económico, son al menos tan potentes para el tratamiento de enfermedades como las herramientas generadas por el modelo de investigación molecular.

¿Cuánto debemos esperar para que las mejoras sociales en prevención y en el modelo económico permitan una disminución en la incidencia de las enfermedades más comunes en el primer mundo, igual que lo han permitido en las enfermedades de origen infeccioso? No se trata de cambiar una proteína por otra, o un gen por otro, sino de mejorar la salud de un ser vivo formado y situado en medio de infinitas conexiones moleculares, ambientales y sociales.
Pese a los elevados costes y los pobres resultados, el modelo molecular es hoy el preferido por el sistema económico capitalista y esto tiene unos motivos que en nada se relacionan con el avance del conocimiento que el modelo de investigación produce.

Ciencia y salud 
En la lucha contra las enfermedades, junto a la Ciencia, que aumenta nuestro conocimiento, los seres humanos necesitan insti-tuciones, capaces de usar ese conocimiento, para tratar sus problemas de salud. Ambos aspectos, conocimientos generados por la Ciencia y las instituciones sanitarias que deben aplicarlos, están estrechamente ligados. Las instituciones sanitarias siguen dos modelos básicos en el capitalismo; uno público, financiado con los impuestos de los ciudadanos y que atiende al enfermo independientemente de su situación social y, otro privado, financiado por los individuos que acceden a los diferentes servicios. En ambos casos los medicamentos y técnicas empleadas son aportados por empresas, en su gran mayoría en manos de capitales privados.

Los científicos en general consideran que el modelo de investigación que utilizan para aumentar el conocimiento, que procede en su mayoría de fondos públicos, es independiente del modelo sanitario. En Europa, donde el sistema sanitario público está más implantado, es cada vez más frecuente que los usos de los nuevos conocimientos, bien sean nuevas técnicas o nuevos medicamentos, propiedad de las empresas farmacéuticas, no se puedan aplicar a todos los supuestamente necesitados de ellos, dado su elevado coste, véase el reciente caso de la hepatitis C.

A la vista de los datos que hoy tenemos, creemos que el modelo de investigación molecular, además de escasamente eficaz, es contrario al sistema sanitario público. La gran mayoría de los resultados que se obtienen, bien sean medicamentos o técnicas, están dirigidos al desarrollo de lo que llaman medicina personalizada, medicina que es incompatible, por su coste, con una sanidad que quiera cubrir a los varios miles de millones de habitantes del planeta.

La medicina personalizada objetivo actual de la investigación molecular, además de imposible de aplicar en una medicina pública y universal, resulta extremadamente costosa, dada la dificultad para obtener nuevos conocimientos que la sustenten, y por ello la investigación básica es cada vez más responsabilidad del sector público.

Privatizar el conocimiento, privatizar la salud
Los elevados costes que asume el sector público en el modelo de investigación molecular para el desarrollo de la medicina personalizada se reparten en: a) Mantenimiento de centenares de institutos de investigación con una estructura compleja, necesaria para el mantenimiento de la tecnología. b) La compra de aparatos cuya obsolescencia es muy elevada, aparatos que son en general producidos por empresas del complejo genético-industrial y c) Los salarios de una gran variedad de personal altamente cualificado que en buena parte ha sido además formado con fondos públicos.

El Roto
Para apropiarse del uso del conocimiento generado con las inversiones públicas, el complejo genético-industrial, ha convencido a los gestores públicos de la necesidad de permitir la creación de empresas que queden asociadas a los institutos de investigación financiados con los impuestos de todos. El objetivo: privatizar, desde sus comienzos, los usos del conocimiento generado con fondos públicos, usando como pretexto que es la única forma de estimular el interés de los investigadores por su trabajo. Así los descubrimientos son patentados y los más rentables acaban en manos de las poderosas grandes farmacéuticas únicas con poder y capital suficiente para acometer el desarrollo y la comercialización de estos nuevos productos.
El modelo de investigación molecular, que en sus inicios podría presentarse como independiente del modelo económico, depende ahora de los sectores dominantes de este, el sector financiero, con el que mantiene estrechos vínculos a través del complejo genético-industrial y al que dota de herramientas que permiten burbujas financieras. 

Además, el modelo está siendo extendido a todos los países, mediante campañas de propaganda, por las que se le sitúa dentro de la llamada economía del conocimiento, presentada como alternativa y salida de la actual crisis económica. Estos países se ven obligados a invertir grandes cantidades de fondos públicos en este modelo de investigación, fondos que podrían ser usados para potenciar la sanidad y la educación básica. Además, los resultados, de haberlos, pasarán a las grandes farmacéuticas, centro del sistema sanitario público o privado y únicas capaces, como hemos dicho, de desarrollar y realizar el marketing necesario para convencer a la sociedad y a las autoridades sanitarias de la bondad de unos nuevos medicamentos de una dudosa utilidad.

La extensión a muchos países de este modelo de investigación favorece al complejo genético-industrial de dos formas; la primera, consigue que la sanidad pública del país entre en el mercado de la medicina personalizada donde se ofertan medicamentos y técnicas a precios exorbitantes y la segunda, hace que los millares de investigadores, médicos y gestores de los institutos y centros de investigación, del país en cuestión, se conviertan en grupos de presión social. Grupos que reclaman un continuo aumento de gasto público para este modelo de investigación, que llega a ser presentado como el único capaz de generar nuevos conocimientos y por tanto nuevos medicamentos, aunque en realidad  acabará llevando a la sanidad pública al colapso.

Salvador Dalí
Nos encontramos ante una situación perversa; a más fondos públicos invertidos en el avance del conocimiento, más usos serán privatizados, impidiéndose con ello que puedan ser aplicados al conjunto de la población que con sus impuestos ayudó a generarlos. Se abre un tiempo donde la privatización de medicamentos y técnicas traerá un trato diferencial de los seres humanos. Por un lado los que puedan pagarse y someterse a tratamientos muy caros, aunque sean de dudosa efectividad y, por otro, los excluidos del sistema, que cada vez son más, a los que solo quedará la medicina ligada a las instituciones caritativas.

Los investigadores e investigadoras moleculares, la mayoría con contratos precarios, que de forma consciente o inconsciente trabajan para este modelo científico, deben tomar conciencia de que su paradigma científico ha dejado de cumplir con su cometido de producir conocimientos útiles para el conjunto de la población. Necesitamos un nuevo paradigma en Biología, que tenga en cuenta a los seres vivos como un todo, y sustituya al objetivo de la medicina personalizada por otra que sirva para todas las personas dentro de un modelo sanitario público y universal. En tanto esto sucede los investigadores e investigadoras deberían minimizar el daño que produce el actual modelo de investigación en el sistema sanitario público universal, proponiendo medidas para que los usos del conocimiento, generado con fondos públicos, pasen a titularidad pública.
Diego Llanes Ruiz
    

1 comentario:

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    Precisamente este fin de semana he estado leyendo un libro sobre los efectos de la dieta basada en el consumo preferente de alimentos fabricados por la industria de la alimentación, (propiciada cada vez más en los paises del primer mundo por diversos factores (horarios de trabajo, presentación atractiva, publicidad a tope, ...), sobre la salud de las personas y, consiguientemente, sobre la salud pública.
    Curiosamente, está escrito por un antiguo investigador en biología molecular. Siguiendo el símil del complejo genético-industrial de Diego, cabría hablar del "complejo alimentario-industrial", sospecho que económicamente más potente aún.
    (En el libro en cuestión hay una interesante teoría sobre los efectos de la composición de la dieta en el mecanismo de activación de la respuesta inmune innata, a través del equilibrio insulina-glucagón-factor kappaB, equilibrio destrozado por los alimentos industriales y origen de buena parte de las enfermedades de nuestro maravilloso mundo capitalista). Luis

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