En los últimos tiempos se han generado desde el Ayuntamiento,
documentos que ofrecen planes para el “desarrollo
económico de Córdoba”. Son
documentos, que suelen dejar contentos a los empresarios de la ciudad y no tan
satisfechos a otras fuerzas sociales.
En uno de ellos, quizás el más ambicioso, fechado en Julio
del 2016 y titulado Plan para el emprendimiento y el desarrollo económico de la ciudad de Córdoba
se plantea un modelo de ciudad que se apoya en torno a cuatro elementos básicos:
- Una Córdoba industrial… que sea atractiva para la implantación de las empresas, como fórmula para crear empleo digno y retener talento en nuestra ciudad. Especial atención merecen las empresas exportadoras que hacen que el valor añadido redunde en la riqueza de la ciudad.
- Una Córdoba turística… que aproveche su posición referente en el turismo patrimonial e histórico para impulsar otros emergentes, como el gastronómico, el medioambiental o el de eventos culturales y de congresos, aprovechando la oportunidad para redactar un nuevo plan estratégico para el turismo, y sumando a las inversiones en infraestructuras necesarias, una adecuada gestión posterior (centro de congresos, centro de convenciones, museos, monumentos y patrimonio, centro de recepción de visitantes…).
- Una Córdoba verde… que extraiga las potencialidades de su entorno medioambiental para el turismo (sierra) y la industria agroalimentaria.
- Una Córdoba para vivir y para vivirla… que atraiga por su calidad de vida a inversores y visitantes, que conviertan a Córdoba en una ciudad productiva y productora.
Este documento hace del crecimiento económico la única
forma de mejorar la vida de los habitantes de una ciudad, al margen de sus
consecuencias. En él se defiende que todos debemos apoyar a los llamados
emprendedores que supuestamente van a traer ese crecimiento. Insisten en las
nuevas tecnologías como vía para solucionar los variados problemas ciudadanos. Los
dos últimos elementos, “una Córdoba
verde” y “una Córdoba para vivir y vivirla”, pierden pronto su atractivo inicial,
ya que tras su envoltorio hay un único objetivo: el crecimiento económico que
produciría el desarrollo turístico al que sirven. Para ello, primero, y con
fondos de todos, habría que hacer de Córdoba; “una ciudad atractiva para el visitante y el inversor”.
Crecimiento
y/o futuro sostenible
La historia reciente ha mostrado la falsedad de esta suposición del más rancio capitalismo neoliberal. ¿Están los éxitos económicos y ganancias de los “emprendedores” de CAJASUR, PRASA, Arenal 2000, NORIEGA, Pérez Jiménez, ATS, MUSA, COSMOS, RABANALES 21, reflejados en la buena vida del cordobés o la cordobesa de hoy o solo sirvieron para mejorar el nivel de vida de los familiares directos de los emprendedores, de los copropietarios de sus sociedades y de los políticos que colaboraron en sus aventuras? Es una buena pregunta de cuya respuesta debería ocuparse quien quiera tener un plan de futuro para la ciudad y que además pretenda evitar lo que han sido clamorosos errores que todavía sufrimos.
En estos documentos se sigue priorizando los problemas de
aquellas capas que de una forma u otra han controlado nuestra ciudad durante
los últimos decenios, ofreciendo diversos proyectos sobre los más diversos
temas, en general medioambientalmente insostenibles. Se mezcla lo verde con la
construcción de carreteras, los parques industriales con centros culturales
millo-narios en coste… Además, como no podía ser menos, para mostrar la
modernidad, se ofrecen medidas para la transformación digital de la ciudad,
medidas que llegan a una sospechosa concreción, dando la impresión de que entre
los amigos de los redactores están emprendedores de “Silicon Valley”, que aquí,
a diferencia de aquellos, necesitan fondos públicos para sus proyectos, lo que los
lleva a proponer la creación de varios organismos que sirvan para la colocación
de amigos y colaboradores. Especial relevancia tendría, y cito textualmente, “el puesto de CIO de transformación digital
(Chief Information Officer), un cargo destinado exclusivamente al ámbito de la
transformación digital de la ciudad”.
Otro aspecto a destacar sería la gran relevancia que se da
a los visitantes, dado que todo lo referente a una ciudad verde, y la forma de
vivir, se piensan para atraerlos. Se trata al visitante como materia prima de
una mercancía que, convenientemente unida al trabajo del cordobés o cordobesa, permite
el beneficio de nuestros emprendedores o aprendices de capitalistas. No parecen
ser conscientes de que los visitantes son una materia muy vulnerable, y
afectada por vaivenes sociopolíticos y económicos difíciles de controlar. Apostar
el desarrollo y la calidad de vida de los habitantes de las ciudades a esta mercancía
(los visitantes) debería ser observada con mucha precaución, si lo que queremos
es tener un futuro medianamente sostenible.
Los visitantes, por mucho que se insista, son solo una
parte pequeña en la vida de los habitantes de cualquier ciudad que apueste por
un futuro sostenible. En aquellas ciudades con un interés histórico o
ambiental, caso de Córdoba, se debe luchar por no hacer de ellos la base de su
economía. Se hace muy importante analizar a los llamados emprendedores del
sector turístico, empresarios de negocios de hostelería y servicio y especialmente
las vías que usan para obtener sus beneficios. Deberemos evitar que el uso sin
control de las inversiones públicas, para disfrute de todas las personas, conlleve
elevados índices de explotación de los trabajadores y trabajadoras y que sea
esa la única base del enriquecimiento del sector. Debemos procurar que este mal
llamado emprendimiento termine marcando de forma negativa la vida del conjunto
de los habitantes de la ciudad.
Prosperidad
y Calidad de vida
Si tuviéramos que elaborar un documento similar al que
hablamos, empezaría por considerar que lo principal de las ciudades son sus
habitantes. Reconocería que es difícil de resumir y de ordenar por prioridades
e importancia sus actividades y necesidades, cuando la mayoría son trabajadores
y trabajadoras por cuenta ajena, bien del Estado, en sus múltiples formas, bien
de otra u otro empresario o bien es trabajador autónomo o trabajadora autónoma.
Sin olvidar al 27% que no encuentra trabajo, aunque lo busca, y aquellas que
realizan trabajos sin ser asalariadas; las amas de casa y las que realizan
trabajos voluntarios de ayudas a enfermos, necesitados o de protección al medio
ambiente.
La calidad de vida de este grupo humano pasa por disponer
de una vivienda digna, no necesariamente en propiedad, tener unos ingresos
mínimos decentes (por ejemplo, por medio de una Renta Básica Universal), unos
servicios básicos asequibles, de luz, de agua, y unos transportes públicos
adecuados en precio, comodidad y frecuencia. A esto debemos añadir una
educación y una sanidad pública de calidad, unos lugares (parques o zonas
verdes en cada barrio) donde sus hijos puedan disfrutar de asueto y realizar
deportes, lugares donde puedan estar acompañados de los mayores, por lo que
habrá que dotarlos de una fácil accesibilidad y de personal que cuide tanto de
ellos como de sus nietos.
Teniendo en cuenta las dificultades económicas, que
encontraríamos para la puesta en marcha de estas medidas, deberíamos evitar que
el apoyo se reduzca a los que ya detentan el poder social o económico. Debemos
buscar propuestas para aumentar la buena vida de los cordobeses y cordobesas
que solo tienen su fuerza de trabajo como riqueza, la empleen o no y que, aunque
no lo parezca, concentran la mayoría de la actividad económica y social de la
ciudad.
Propuestas
y prioridades
Estas propuestas deberán integrarse en una economía
sostenible y respetuosa con el medio ambiente, dado el agotamiento evidente de
los recursos energéticos dominantes; gas, carbón, energía nuclear y petróleo.
Córdoba, como el resto del país, es una ciudad que ha carecido de esas fuentes
energéticas tradicionales, aunque sufre en su proximidad un cementerio de
residuos nucleares. Las fuentes de energía de las que dispone en su entorno sin
embargo son sostenibles y renovables; la solar y la eólica. Por ello cualquier
plan de futuro deberá tener en cuenta estos hechos, especialmente cuando los
síntomas del cambio climático se hacen evidentes en nuestro entorno.
Para lograr esa buena vida, los habitantes deberían ser animados
y/o ser capaces de generar sus propios proyectos y tener la capacidad de autogestionarlos,
o al menos disponer de vías de expresión y organización colectivas (sindicatos,
asociaciones, ...) que muestren a los representantes políticos en la ciudad que
la producción de mercancías es solo una parte de la buena vida y que, como
representantes, deberían emplear su tiempo, sus energías y los recursos públicos
(que no son infinitos en una economía globalizada) en hacer de la ciudad un
lugar más habitable y generadora de una más elevada calidad de vida para todos,
con visitantes o sin ellos.
Como parecen mostrar estos documentos, la ciudad de
Córdoba carece de proyectos consensuados, y a largo plazo, para sus habitantes,
lo que lleva permitiendo que cada cierto tiempo aparezcan los supuestos
emprendedores que utilizan a la ciudad, como fuente de negocio y beneficio,
bajo el chantaje de la creación de empleo y con los caramelos de ofrecer eventos
varios. Para estos emprendedores da lo mismo que la actividad sea el turismo, la
cultura, la biomedicina, la agroalimentación, la joyería o internet y sus
aplicaciones todas ellas sirven para hacer planes que duren el tiempo necesario
para enriquecerse y pasar luego a otra. En tanto, el conjunto de habitantes ven
como se deteriora la vida social y económica y sus hijos deben optar entre el subempleo
o la emigración.
Para terminar, debemos reconocer que cualquier plan que
busque una ciudad integrada y compacta y no difusa como la actual, debe
reconocer que los habitantes de los distintos espacios o barrios parten de una
situación diferente en lo que hemos llamado calidad de vida. No es lo mismo la
zona del casco histórico, con su Mezquita como centro de atracción de
visitantes, que el Brillante con sus chalets, o que el distrito centro repleto
de actividad comercial. Son también distintas las condiciones que tienen los habitantes
de los barrios que rodean a ese centro histórico y comercial entre los que se
encuentran barrios con una enorme actividad social junto a otros claramente
deprimidos. No podemos tampoco olvidar el tema de las parcelaciones, ilegales,
alégales o legales, que en nuestra ciudad ocupan un espacio tan extenso como el
resto de la ciudad y responsables de que Córdoba sea una ciudad difusa.
Los problemas creados durante decenas de años no podrán
solucionarse en poco tiempo. Primero, habría que definir un mínimo común de
servicios y condiciones que deben tener todas las zonas de la ciudad y marcar
el camino que deberá, en el largo plazo, convertir a la ciudad en ese conjunto social
integrado medioambientalmente y con una economía que ofrezca a sus habitantes
un futuro no de crecimiento y si de prosperidad. D. Ll.
Encartes21
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